Si partimos del concepto de que la palabra sonido es sólo un nombre para la interpretación del cerebro de un cierto tipo de estímulos que llega a los oidos, podemos dividir el estudio del sonido en tres partes.
- La naturaleza del estímulo
- Las características del oido como transductor
- Psicoacústica de la audición
Esta última parta, la psicoacústica, tiene que ver con cómo y porqué el crebro interpreta un estímulo concreto de los oidos de una manera determinada. Entendiendo la naturaleza física del sonido y cómo los oidos cambian el sonido de un fenómeno físico en uno sensorial, podemos descubrir qué es lo que hace falta para que nuestras grabaciones produzcan el efecto deseado.
Ondas de presión sonora:
El sonido llega al oido en la forma de una variación periódica de la presión atmosférica. Estas variaciones se conocen por ondas de presión sonoras y podemos hacernos una idea de cómo son si pensamos en las ondas que se forman en una piscina si se arroja una piedra. El movimiento de las ondas que se producen en la superficie de la piscina, alejándose del punto donde se arrojó la piedra corresponde al movimiento de las ondas sonoras alejándose de la fuente productora del sonido. Sin embargo, las ondas sonoras se trasmiten en tres direcciónes, y no sólo en dos como se observará en el ejemplo anterior.
Las ondas de presión sonora son generadas por un objeto que vibra y que está en contacto con el aire. Este objeto puede ser un altavoz, las cuerdas vocales de una persona o cuerdas de una guitarra. La presión atmosférica depende del número de moléculas de aire que se encuentran en una área. Un objeto al vibrar presiona a las moléculas de aire hacia una nueva área creando una zona con una mayor presión atmosférica, llamada compresión.
La zona de menor presión atmosférica se conoce como expansión. Las moleculas de aire no se trasladan junto con la onda, sino que simplemente se mueven para reproducirlas. La zona de compresión se mueve a la velocidad del sonido en el aire, 340 metros en un segundo.